"Creo en la inexistencia del pasado,

en la muerte del futuro, 

y en las infinitas posibilidades del presente (...).

Creo en los próximos cinco minutos."

(J.G. Ballard)

miércoles, 12 de enero de 2011

Tiempos líquidos de doble moralidad


Este es el mundo que creamos, donde vivimos rodeados de valores hipócritas y moral más que cuestionable. Confuso en su posmodernidad. Ya no hay vuelta atrás.
Estos días nos hemos despertado con la polémica de las niñas modelos en el reportaje de Vogue París, dónde Carine Roitfeld y el diseñador Tom Ford, los editores, parecen no tener límites. Niñas jugando a ser mayores, con poses cargadas de sexualidad. Lolitas que no superan los ocho años de edad. La obsesión de estos tiempos por la juventud parece haber llegado lejos, aunque no es la primera vez que la publicidad nos muestra modelos adolescentes y aniñadas esta vez parece que ha saltado la alarma, curioso. ¿Acaso no llevan años vendiéndonos esa imagen?, ¿quién no quiere ser una adolescente según la publicidad actual?...

Otro tema al que nos enfila esta polémica es que todos esos trajes de alta costura (Versace, Gucci y Saint Laurent) que estas Lolitas prematuras lucen en el reportaje, parecen haber sido hechos para ellas, de su talla. Tallas de niña en mujeres que desfilan en las pasarelas de más repercusión y renombre del mundo. Modelos que se han convertido en ídolos e iconos para millones de adolescentes. Iconos enfermos. A nadie parece interesarle que la anorexia y la bulimia son la patología moderna que más rápidamente se extiende después del sida (con un índice de crecimiento de un 15 por ciento anual) y una media de fallecimientos en constante aumento, bien por los propios problemas generados por la enfermedad como por una alta tasa de suicidios.

La solución no está solamente en las pasarelas, la solución pasa por un cambio en el desarrollo de la cultura audiovisual. Una individualidad que los medios construyen que aporta una comparación interpersonal y un juego de imitación e identificación peligroso entre los consumidores de medios. En el cine y en la televisión no cesan de escupir estereotipos y roles que desempeñan en la ficción y que acaban trasladándose a la realidad. Pensemos… chica protagonista, guapa, delgada, con éxito, conquistadora de corazones y por supuesto del guapo de la película o serie. Chico protagonista, guapo con cuerpo trabajado por gimnasio, delgado, rebelde, inaccesible… Ahora hablemos de los gorditos y gorditas, papel secundario, no se comen un colín, eso sí, algunos tienen la suerte de ser inteligentes aunque no todos, simpáticos por supuesto. ¿A quién querrán imitar los adolescentes y no tan adolescentes que están consumiendo esos medios? Desde luego a los que tienen éxito y se ligan al más guapo o a la más guapa. Estereotipos que nos comemos constantemente en todos los medios, en la publicidad y por desgracia en la vida real. No creo que prohibir a modelos esqueléticas desfilar en las pasarelas fuera la solución de un problema de tal envergadura. Sería la punta del iceberg.

Ahora sumemos otra polémica actual, la ley antitabaco con la cual los políticos intentan velar por la salud pública de sus queridos ciudadanos. No se puede fumar, pero si vender en muchos más sitios que hasta ahora. Negocios privados que ven su propia elección de ocio forzaba por el bien de la salud de sus clientes, no olvidemos que en los negocios de ocio privados entra el que quiere, a nadie se le obliga ni a fumar ni a entrar. Todo sea por nuestro bien, pero y qué ocurre con el alcohol, la droga más destructiva y adictiva que existe por encima del crack. Enfermedad que deteriora cuerpo y mente. El alcoholismo supone un serio riesgo para la salud que a menudo conlleva el riesgo de una muerte prematura, accidentes o suicidio y del que existe una dependencia física del mismo cuando no es posible su ingesta. ¿No era tan importante la salud del ciudadano?... En fin! Tiempos líquidos de moral cuestionable.